Lección de Google Reader: no confíes en internet

Desde que tuve acceso por primera vez a internet de forma estable (creo que hace más de una década), siempre me gustó tener mis datos del lado de acá. Por una cuestión de velocidad de conexión y también porque a principios de los 2000 los servicios en la web eran muy pocos, correo y nada más que recuerde. Luego de remar (que no navegar) a 64kbps era  un poco molesto, traté de acceder mi correo vía POP3 siempre que fuera posible, así tenía los mensajes accesibles en cualquier momento.
Esto fue una costumbre que en algún momento perdí, confiando en servicios como Google Reader, al cual llegué luego de probar Bloglines o algo así. En algún momento eché un vistazo a opciones instaladas en el PC, pero al final terminé con el Reader, a pesar de que se movía lento y con problemas. La vida me ha probado que no debí confiar en ningún servicio externo, así que me he montado liferea; de regreso a los buenos tiempos y a tener los feeds donde deben estar: en mi disco duro.
El único resultado bueno de todo esto es que he hecho una depuración de mis feeds y me he quedado con lo que realmente leo.

Comentarios