Ya esta aquí Unity 2019.1


Bueno, de estar, está desde hace tiempo, pero han sido unos días muy ocupados, precisamente, lidiando con los problemas de la 2019.1. Me interesaba en especial migrar a esta versión, en primer lugar por el nuevo sistema de personalización del editor, que ni siquiera he podido ver. El segundo punto era ver si el ligthmapper progresivo basado en GPU funciona. Sí lo hace, pero pone la PC en un estado casi catatónico. Supongo que tendré que seguir usando el basado en CPU, que se encarga de recordarme todo el tiempo que mi i5 en realidad es una mierda de CPU.
Sin embargo, el gran problema a partir de la 2019.1 es que gradle se convierte en el compilador único para proyectos Android. La cosa se complica, y mucho, porque por alguna razón, en la primera compilación de un proyecto, Unity necesita conectarse a Internet. Dicha razón no he logrado averiguarla. Obviamente, esto no es un problema en el mundo desarrollado, donde todos tienen conectividad permanente. Otro detalle minúsculo, que sí afecta a todos, desarrollados o no, es que gradle es más estricto y lo que antes era una minucia aceptable, ahora es un crimen capital que impide la compilación. Buena suerte intentando dilucidar el origen de los problemas.
Por suerte, la solución que se me ocurrió fue usar UnityHub y mantener el 2018.3 para los proyectos Android, mientras que reservo el 2019.1 para los "grandes". En este momento, no puedo prescindir del primero, ni invertir más tiempo en hacer que el gradle funcione, porque estoy trabajando contra reloj (ya hablaremos de eso luego). Eso, si no encuentro más líos por el camino y decido desechar por completo el 2019.

Mini crónica del Espacio Abierto

Por desgracia, en Cuba carecemos de grandes eventos, como las "Con". Cosas de presupuesto, ya saben. Lo más parecido que tenemos los escritores de fantasía y CF, un par de géneros muy despreciados y considerados poco serios, son el evento Espacio Abierto y el Behíque. Un par de excelentes oportunidades para ver reunidos en un solo lugar a los mejores escritores del género, los ya establecidos y los talentos jóvenes. También van los aficionados al género, que últimamente está de capa caída, y con esto de la escasez de papel quizás el ritmo de publicación vuelva a bajar.
Este año tuve la oportunidad de participar en el Espacio Abierto, celebrado el 31 y 31 de marzo. 
Inicié esta crónica acabado de regresar y aún cansado, para narrar los sucesos mientras todavía estaban frescos en la memoria (esa frase me quedó como para un editorial del periódico Granma), pero al final, la dejé para después y ya ven. Este año tuvo la particularidad de celebrar el décimo aniversario del Taller Espacio Abierto y contar con la presencia de embajadores de reinos lejanos, léase: Cantallops y yo. Me insisten en que debo contar a Raúl Piad también, pero como es de Matanzas, no es tan extranjero como los orientales.
Por supuesto que no todo es ver a las celebridades locales: también puedes disfrutar de excelentes conferencias. Algunas de ellas te harán reír mucho, como La conjetura de Turing-Merlín sobre la computabilidad de la magia, que arroja unas conclusiones interesantísimas y que podrían dar lugar a algunos relatos bastante originales, si alguien se anima. O la de Bacallao, que afirma que solo fue allí a enseñarnos sus cuchillos, pero de paso aprendimos un poco más sobre estas armas. Y otras que te harán llorar, como las de Raúl Piad y Cantallops, porque nos muestran lo poco que hemos leído y los muchos autores que nos faltan por leer, algunos de ellos de rincones del planeta tan lejanos como China. Sí, aunque no lo crean, la copia china de la CF occidental es excelente.
Para mí también fue una oportunidad de reencontrarme con viejos amigos que llevaba años sin ver, porque mi ausencia duraba ya un par de añitos.
Una cita infaltable si estás cerca de la Habana. O no muy cerca, pero puedes pagarte el viaje.