John Scalzi habla sobre libros largos

Scalzi, autr de excelentes libros de ciencia ficción y ganador del Hugo por uno de ellos (Redshirts) ha publicado un artículo muy interesante, a raíz de la salida de una novela de Alan Moore, Jerusalem.
La novela en cuestión es un ladrillo de nada menos que 600 mil palabras, que dejan muy atrás otros tomos obesos como el último de Martin: A Dance with Dragons (que cuentas solo con unas modestas 420 mil palabras). Le tomó diez años a Moore escribirla, y nos cuenta Scalzi que la versión original rondaba el millón de palabras. De paso, también nos dice que el libro es muy bueno, así que no hay que dejarse amilanar por su enormidad.
Más adelante, el artículo nos revela unos interesantes números. Scalzi compara su ritmo de producción (aproximadamente una novela al año) con el de Martin, tan vilipendiado por ser un "escritor lento", y el de Alan Moore. Su conclusión, para los que no puedan leer el idioma de Chespier, es que los tres producen más o menos al mismo ritmo en términos de palabras escritas, lo que él ha dividido su trabajo en ocho novelas a lo largo de diez años, mientras que Moore ha amontonado todo en una sola,  en cambio Martin escribió una con la misma cantidad de palabras que él dividió en cinco.
En lo particular, suelo escribir unos pocos cientos de palabras al día (o casi todos los días), aunque en ocasiones me acerco a las mil. Me disculpan la imprecisión, pero suelo contar páginas, no palabras. Mis novelas oscilan entre 45 mil y 60 mil palabras, suficiente para calificar como novelas, pero demasiadas para los límites de la mayoría de los concursos. No suelo extremarme en los detalles (Yoss, muy amablemente, dice que tengo mucho "poder de síntesis") o irme por las ramas con historias secundarias, así que priorizo la acción principal, o incluso, la acción pura y bruta, sin excesivas muelas e introspecciones. En ocasiones, las divagaciones de los personajes o del narrador forman un buen 40% del texto de un libro, en mi caso, apenas alcanzan el 10 o el 15.
Supongo que alcanzar las 100 mil palabras, si lograse hilvanar una sucesión de acontecimientos lo suficientemente largos, me tomaría unos siete meses de trabajo ininterrumpido. Lo cual no está tan mal, considerando que hasta mayo de este año, consideraba un éxito escribir cuatro mil en un mes.

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