El progreso es una cosa que se filtra. Al parecer, tiene capacidades osmóticas, hagas lo que hagas, no importa la situación del país, el progreso entra, quieras o no. Quizás viene en las maletas desde el extranjero o es como un un virus que contagia a los que se exponen al mundo exterior, ya sea a través de un viaje, o simplemente mirando la TV por satélite o navegando por internet.
Hace unos días, me llegó el primer correo spam dirigido a cubanos, ofreciendo un servicio que ahora no recuerdo si era un restaurante privado o qué otra cosa, en algún lugar de la Habana de cuyo nombre no puedo acordarme. Ni idea de dónde sacaron mi dirección, pero está claro de que alguien se ha tomado la molestia de recolectar potenciales clientes y venderle el servicio a algún negociante avispado. Considerando que hay un número indeterminado de cuentas de correo ilegales (20 mil, según la última redada oficial contra los proveedores clandestinos en mi ciudad, aunque yo considero esa cifra exagerada), y que los poseedores de dichas cuentas pagan aproximadamente $10 USD mensuales, no es descabellado asumir que una oferta enviada por esa vía alcanzará cierto número de personas que puedan disponer de $10-$20 para una cena en un restaurante privado (en mi caso específico, apenas puedo costear la cena de la casa).
Y esta no es la única vía, ya hay ofertas de envío de SMS masivos para promocionar negocios, e incluso páginas web o listas de correo de clasificados donde puedes encontrar de todo, siempre que sea ligeramente legal. Otros adelantados van comprendiendo la importancia de que su negocio tenga su propia página en Facebook. Por supuesto, todo esto es pura iniciativa privada, a veces tolerada, a veces no, porque las empresas estatales tienen poco que ofrecer en cuanto a promoción.
Hace unos días, me llegó el primer correo spam dirigido a cubanos, ofreciendo un servicio que ahora no recuerdo si era un restaurante privado o qué otra cosa, en algún lugar de la Habana de cuyo nombre no puedo acordarme. Ni idea de dónde sacaron mi dirección, pero está claro de que alguien se ha tomado la molestia de recolectar potenciales clientes y venderle el servicio a algún negociante avispado. Considerando que hay un número indeterminado de cuentas de correo ilegales (20 mil, según la última redada oficial contra los proveedores clandestinos en mi ciudad, aunque yo considero esa cifra exagerada), y que los poseedores de dichas cuentas pagan aproximadamente $10 USD mensuales, no es descabellado asumir que una oferta enviada por esa vía alcanzará cierto número de personas que puedan disponer de $10-$20 para una cena en un restaurante privado (en mi caso específico, apenas puedo costear la cena de la casa).
Y esta no es la única vía, ya hay ofertas de envío de SMS masivos para promocionar negocios, e incluso páginas web o listas de correo de clasificados donde puedes encontrar de todo, siempre que sea ligeramente legal. Otros adelantados van comprendiendo la importancia de que su negocio tenga su propia página en Facebook. Por supuesto, todo esto es pura iniciativa privada, a veces tolerada, a veces no, porque las empresas estatales tienen poco que ofrecer en cuanto a promoción.
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