Anteriormente, en GoT:
Daenerys oye las campanas y está muy molesta. Arya sobrevive la destrucción y está muy molesta. Jon... bueno, sigue con su cara tristona. Ya podemos pasar a la musiquita, por última vez.
Hoy toca el último capítulo. El adiós muchachos.
Tyrion decide hacer un poco de turismo de catástrofe y se encuentra los cuerpos de sus hermanos. Es curioso que aunque les haya caído el techo encima, estén justo encima de la pila de escombros. Al parecer, los cuerpos flotan en los ladrillos. Quizás, solo quizás, le haya pasado por la mente que tal vez debió escuchar a Varys.
La reina pronuncia su primer discurso: quiere llevar la descojonación, digo, la liberación, a todas partes. Tyrion renuncia y admite haber liberado a su hermano, eso le cuesta ir preso. Jon le hace una visita y el enano, que ahora ha cambiado de idea, lo conmina a decidirse. Pero Jon ni se inmuta.
Hace falta una conversación con Daenerys para que Jon entre en caja y se convenza de que la nueva reina está medio Crazy Frog. Y en un inesperado giro, la mata. Sí, seguro que nadie se esperaba eso, creían que iba a ser Arya, ¿no?. Viene un momento de música tristona y gritería del dragón, que derrite el Trono de Espadas con su fuego. Tanta lucha y al final, nadie se va a sentar ahí. Nos despedimos de Daenerys, que se va volando llevada por su último dragón.
Gracias a la magia de la edición, caemos de lleno en una reunión donde se negocia el futuro de Poniente. Como alguien dijo hace unos días en Facebook, todo se ha preparado para que el trono recaiga en un hombre blanco, en vez de una mujer. Al final nos va a salir machista y patriarcal la serie. Aunque aparentemente, es una decisión difícil, se resuelve bastante fácil, o más bien, Tyrion la resuelve: el nuevo rey será Bran. Supongo que aquí muchos se habrán halado los pelos y gritado más que el dragón. Es de esperarse.
Así pues, Bran el Roto es proclamado monarca de los Seis Reinos (Sansa decide que el norte será un reino independiente), y para calmar a Gusano Gris y sus Inmaculados, Jon es destinado al muro otra vez. Sí, ya no hay nada que cuidar allí, pero al menos está bien lejos y no estorba. Tyrion vuelve a ser la Mano del Rey y el resto del capítulo está ahí para llenar espacio.
Los Inmaculados se marchan a Naath, los clones dothrakis... pues ni idea. Arya decide viajar hacia el oeste, a territorios inexplorados. Sansa es coronada Reina, Brienne es la nueva jefa de la Guardia Dorada, mientras que Podrick, Bronn, Davos y Sam pasan a formar parte del Consejo. Jon es bastante bien recibido en el norte, casi con cariño, y la serie termina con él llevando a los norteños más allá del muro.
Si todo esto les parece bastante flojo, es porque en verdad es bastante flojo. En mi opinión, no es lo tan flojo, sino las altísimas expectactivas que nos fuimos creando a lo largo de la serie, casi imposibles de cumplir. Les advertí que no habría final feliz y se cumplió. Sé que estaban esperando un final infeliz donde Jon se llevaba el trono, o resucitaba a Daenerys, pero este fue el que nos tocó.
Supongo que toca ahora hacer un recuento de la serie, pero obviamente, no seré yo quien lo haga. Más que nada porque no me acuerdo de las primeras temporadas y también porque se alargaría demasiado este post. Así que lo dejaremos ahí. Si me preguntan si me gustó la serie, pues yo diría que sí, a pesar de sus altibajos (o más bien bajibajos, hacia el final). El que la quiera mejor, es libre de escribir su propia versión y ver si HBO la adapta para la TV. Y con esto, por fin, acaban los análisis de Juego de Tronos.
Daenerys oye las campanas y está muy molesta. Arya sobrevive la destrucción y está muy molesta. Jon... bueno, sigue con su cara tristona. Ya podemos pasar a la musiquita, por última vez.
Hoy toca el último capítulo. El adiós muchachos.
Tyrion decide hacer un poco de turismo de catástrofe y se encuentra los cuerpos de sus hermanos. Es curioso que aunque les haya caído el techo encima, estén justo encima de la pila de escombros. Al parecer, los cuerpos flotan en los ladrillos. Quizás, solo quizás, le haya pasado por la mente que tal vez debió escuchar a Varys.
La reina pronuncia su primer discurso: quiere llevar la descojonación, digo, la liberación, a todas partes. Tyrion renuncia y admite haber liberado a su hermano, eso le cuesta ir preso. Jon le hace una visita y el enano, que ahora ha cambiado de idea, lo conmina a decidirse. Pero Jon ni se inmuta.
Hace falta una conversación con Daenerys para que Jon entre en caja y se convenza de que la nueva reina está medio Crazy Frog. Y en un inesperado giro, la mata. Sí, seguro que nadie se esperaba eso, creían que iba a ser Arya, ¿no?. Viene un momento de música tristona y gritería del dragón, que derrite el Trono de Espadas con su fuego. Tanta lucha y al final, nadie se va a sentar ahí. Nos despedimos de Daenerys, que se va volando llevada por su último dragón.
Gracias a la magia de la edición, caemos de lleno en una reunión donde se negocia el futuro de Poniente. Como alguien dijo hace unos días en Facebook, todo se ha preparado para que el trono recaiga en un hombre blanco, en vez de una mujer. Al final nos va a salir machista y patriarcal la serie. Aunque aparentemente, es una decisión difícil, se resuelve bastante fácil, o más bien, Tyrion la resuelve: el nuevo rey será Bran. Supongo que aquí muchos se habrán halado los pelos y gritado más que el dragón. Es de esperarse.
Así pues, Bran el Roto es proclamado monarca de los Seis Reinos (Sansa decide que el norte será un reino independiente), y para calmar a Gusano Gris y sus Inmaculados, Jon es destinado al muro otra vez. Sí, ya no hay nada que cuidar allí, pero al menos está bien lejos y no estorba. Tyrion vuelve a ser la Mano del Rey y el resto del capítulo está ahí para llenar espacio.
Los Inmaculados se marchan a Naath, los clones dothrakis... pues ni idea. Arya decide viajar hacia el oeste, a territorios inexplorados. Sansa es coronada Reina, Brienne es la nueva jefa de la Guardia Dorada, mientras que Podrick, Bronn, Davos y Sam pasan a formar parte del Consejo. Jon es bastante bien recibido en el norte, casi con cariño, y la serie termina con él llevando a los norteños más allá del muro.
Si todo esto les parece bastante flojo, es porque en verdad es bastante flojo. En mi opinión, no es lo tan flojo, sino las altísimas expectactivas que nos fuimos creando a lo largo de la serie, casi imposibles de cumplir. Les advertí que no habría final feliz y se cumplió. Sé que estaban esperando un final infeliz donde Jon se llevaba el trono, o resucitaba a Daenerys, pero este fue el que nos tocó.
Supongo que toca ahora hacer un recuento de la serie, pero obviamente, no seré yo quien lo haga. Más que nada porque no me acuerdo de las primeras temporadas y también porque se alargaría demasiado este post. Así que lo dejaremos ahí. Si me preguntan si me gustó la serie, pues yo diría que sí, a pesar de sus altibajos (o más bien bajibajos, hacia el final). El que la quiera mejor, es libre de escribir su propia versión y ver si HBO la adapta para la TV. Y con esto, por fin, acaban los análisis de Juego de Tronos.
El final pudo saborearse de otro modo si no hubiesen llevado tan mal el guión durante la 8va, a toda prisa, sobre dragón, caballo y barcos, sin justificación al repentino cambio de personalidad de la inmensa mayoría de los personajes donde terminaron traicionando su propia esencia. Así que para todo esto, no es un mal final, un poco flojo, pero es agridulce, como prometieron los showrunners.
ResponderEliminarMalena