En los últimos meses me he obligado a escribir un poco más (no mucho) y asistir al taller literario. Si quieres aprender a escribir bien, un taller literario es una herramienta esencial; la crítica de los lectores ayuda a mejorar. Aún la crítica más demoledora, siempre que sea con bases sólidas.
Mi regreso al abandonado taller se debe sobre todo a la necesidad de revisar a fondo mis escasos cuentos (pueden leer dos de ellos en Isliada.org) para presentarlos en un par de concursos. No soy muy amante de los concursos, pero son importantes para el currículum de un escritor, así que no está de más hacer lo posible, y hasta lo imposible, por conseguir un par de ellos.
Tengo que decir que con apenas tres sesiones de trabajo empecé a ver detalles que no tuve en cuenta al escribir los cuentos, y la pequeña dosis de teoría que he logrado asimilar me ha resultado muy útil. Por ejemplo, el cuento requiere de un conflicto, y he tenido que revisar mis escritos y valorar si estaba presentando adecuadamente dicho conflicto al lector. Un cuento debe ser autocontenido, no puede tener referencias externas, como en el caso de mis cuentos basados en Elymuria. El lector no necesita leer la novela (que les recuerdo, pueden comprar en Amazon) para saber qué es un Tecnólogo/Denmar/Cacharrero. Todo el mérito se lo lleva la profesora, por supuesto, pues Aida Bahr es toda una personalidad de la literatura cubana, y he podido comprobar lo que afirma Yoss, que tenemos un taller literario de lujo.
Es por ello que mi consejo para los aspirantes a escritores es que busquen un taller. Quizás no tengan uno de lujo, pero la opinión de otros escritores (o aspirantes) es suficiente para avanzar, si se tiene la humildad para asimilar la crítica constructiva.
Mi regreso al abandonado taller se debe sobre todo a la necesidad de revisar a fondo mis escasos cuentos (pueden leer dos de ellos en Isliada.org) para presentarlos en un par de concursos. No soy muy amante de los concursos, pero son importantes para el currículum de un escritor, así que no está de más hacer lo posible, y hasta lo imposible, por conseguir un par de ellos.
Tengo que decir que con apenas tres sesiones de trabajo empecé a ver detalles que no tuve en cuenta al escribir los cuentos, y la pequeña dosis de teoría que he logrado asimilar me ha resultado muy útil. Por ejemplo, el cuento requiere de un conflicto, y he tenido que revisar mis escritos y valorar si estaba presentando adecuadamente dicho conflicto al lector. Un cuento debe ser autocontenido, no puede tener referencias externas, como en el caso de mis cuentos basados en Elymuria. El lector no necesita leer la novela (que les recuerdo, pueden comprar en Amazon) para saber qué es un Tecnólogo/Denmar/Cacharrero. Todo el mérito se lo lleva la profesora, por supuesto, pues Aida Bahr es toda una personalidad de la literatura cubana, y he podido comprobar lo que afirma Yoss, que tenemos un taller literario de lujo.
Es por ello que mi consejo para los aspirantes a escritores es que busquen un taller. Quizás no tengan uno de lujo, pero la opinión de otros escritores (o aspirantes) es suficiente para avanzar, si se tiene la humildad para asimilar la crítica constructiva.
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