Es curioso cómo podemos ir de un extremo a otro en un tiempo muy corto.
Tenemos acá en la oficina un colega que lleva unos añitos escribiendo un sistema de control de carpeta para hoteles. Hace unas semanas tuvo que viajar por casi todo el país instalándo en varios lugares. Mientras se encontraba en la Habana un día vienen a buscarlo en un auto policial. Habían oído hablar del sistema y querían que lo instalara, ahora no recuerdo bien dónde. Lo llevaron a una unidad, lo trataron de maravilla, vio las cámaras de vigilancia de la Habana Vieja, etc...
Al otro día, tuvo que ir por su cuenta hasta el Hotel Comodoro, porque no apareció un auto para llevarlo. Así que tomó una máquina de alquiler. Da la bendita casualidad que un policía detiene la máquina. Los papeles del conductor estaban en regla, así que el agente del orden dedicó su atención entonces a los pasajeros y les solicitó sus documentos.
Al llegarle el turno al colega, el policía ve que es oriental. "Residente ilegal", dice inmediatamente, lo baja del vehículo y sin atender más explicaciones lo montan en otro carro policial, esta vez como detenido y lo envían a una unidad, donde lo retienen varias horas hasta que aclaran que simplemente está en la capital por asuntos de trabajo y que no es tal "residente ilegal". A esa hora, ninguno de los que había conocido el día anterior estaban localizables.
Cuando nos hizo la historia nos hemos reído bastante a costa de él y su "residencia ilegal".
A eso es lo que llamo yo tener una suerte...
Tenemos acá en la oficina un colega que lleva unos añitos escribiendo un sistema de control de carpeta para hoteles. Hace unas semanas tuvo que viajar por casi todo el país instalándo en varios lugares. Mientras se encontraba en la Habana un día vienen a buscarlo en un auto policial. Habían oído hablar del sistema y querían que lo instalara, ahora no recuerdo bien dónde. Lo llevaron a una unidad, lo trataron de maravilla, vio las cámaras de vigilancia de la Habana Vieja, etc...
Al otro día, tuvo que ir por su cuenta hasta el Hotel Comodoro, porque no apareció un auto para llevarlo. Así que tomó una máquina de alquiler. Da la bendita casualidad que un policía detiene la máquina. Los papeles del conductor estaban en regla, así que el agente del orden dedicó su atención entonces a los pasajeros y les solicitó sus documentos.
Al llegarle el turno al colega, el policía ve que es oriental. "Residente ilegal", dice inmediatamente, lo baja del vehículo y sin atender más explicaciones lo montan en otro carro policial, esta vez como detenido y lo envían a una unidad, donde lo retienen varias horas hasta que aclaran que simplemente está en la capital por asuntos de trabajo y que no es tal "residente ilegal". A esa hora, ninguno de los que había conocido el día anterior estaban localizables.
Cuando nos hizo la historia nos hemos reído bastante a costa de él y su "residencia ilegal".
A eso es lo que llamo yo tener una suerte...
Comentarios
Publicar un comentario