Esta mañana tuvimos otro temblor bastante fuerte. Al parecer, su origen fue en Haití, donde fue más fuerte aún. Es muy difícil explicar lo que se siente al escuchar los ladrillos de tus paredes caer y el ruido de la casa al sacudirse, así que no me detendré en eso ahora.
Lo peor de todo es ver cómo tu vivienda poco a poco se va llenando de grietas y cada día te encuentras un pedacito de pared aquí, y otro allá, que ha caído mientras estabas fuera (porque no solo hay temblores grandes, hay otros menos perceptibles a diario). Y ver que no puedes hacer nada para arreglar esos daños, porque los materiales no existen. O existen a un precio inalcanzable.
Así que te sientas a esperar, a preguntarte si la próxima vez se caerá la pared completa, junto con el techo (si no se lo ha llevado antes un huracán) y el resto de lo que te queda de casa. A preguntarte si te caerá encima. No te sientas a pensar en soluciones porque no las hay.
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