En la mañana de ayer falleció el General de División Enrique Carreras Rolás, uno de los pocos pilotos cubanos que tenía en su haber varios derribos en combate y aquien admiro especialmente.
Enrique Carreras nació en una familia muy humilde, pero logró alcanzar su sueño de convertirse en piloto militar, una carrera copada casi exclusivamente por hijos de familias pudientes. Recibió entrenamiento en USA e incluso llegó a volar el F-86. Sus simpatías revolucionarias le costaron ir a prisión, al triunfo de la Revolución en el 59 se integró a la nueva Fuerza Aérea, donde se desempeñó en diversos roles, incluyendo instructor de vuelo. Combatió en Girón, realizando misiones en diferentes aparatos (entre ellos el T-33, que era solo un reactor de entrenamiento), consiguió derribar dos B-26 y hundir dos buques. Lo acompañan en la exigua lista de pilotos con derribos Alvaro Prendes y Rafael del Pino (no sé si algún otro aviador menos conocido lo consiguió).
Fue el primero en volar todo nuevo avión soviético que entró a Cuba, y piloteó hasta avanzada edad, cuando Raúl Castro tuvo la penosa tarea de ordenarle que se jubilara.
Donde quiera que esté, General, que descanse en paz.
Enrique Carreras nació en una familia muy humilde, pero logró alcanzar su sueño de convertirse en piloto militar, una carrera copada casi exclusivamente por hijos de familias pudientes. Recibió entrenamiento en USA e incluso llegó a volar el F-86. Sus simpatías revolucionarias le costaron ir a prisión, al triunfo de la Revolución en el 59 se integró a la nueva Fuerza Aérea, donde se desempeñó en diversos roles, incluyendo instructor de vuelo. Combatió en Girón, realizando misiones en diferentes aparatos (entre ellos el T-33, que era solo un reactor de entrenamiento), consiguió derribar dos B-26 y hundir dos buques. Lo acompañan en la exigua lista de pilotos con derribos Alvaro Prendes y Rafael del Pino (no sé si algún otro aviador menos conocido lo consiguió).
Fue el primero en volar todo nuevo avión soviético que entró a Cuba, y piloteó hasta avanzada edad, cuando Raúl Castro tuvo la penosa tarea de ordenarle que se jubilara.
Donde quiera que esté, General, que descanse en paz.
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