El gato

Dicen los viejos que yagua que está para ti no hay chivo que se la coma. El sábado cuando regresábamos mi amiga y yo a casa encontramos abandonado en la calle un gato de pocos días de nacido (no sé exactamente cuántos). Lo recogimos, pero luego de muchas deliberaciones tuvimos que dejarlo otra vez, en la parada del bus. Ella ya tiene una perra y una gata, yo no sabía cómo lo recibiría mi padre, que ya tenemos un perro, tampoco si mi mamá lo querría, porque ya tiene una perra y siempre ha insistido en que no quiere más animales.
Pues ayer regresábamos nuevamente a casa por la tarde. Llovía bastante fuerte y cuando pasamos por el lugar donde lo dejamos le pregunté a ella si no estaría el gato por ahí. Pues no estaba, pero un par de casas más adelante sentimos unos maullidos. El pobre animalito se había refugiado bajo la tapa de zinc de una cisterna. Pedí permiso a la dueña de la casa (que quería deshacerse del animalito) y lo recogí, así que ahora está en mi casa. Por suerte no hace mucho ruido y me dejó dormir anoche. Hoy tendré que dedicarme a hacerle una caja con arena y buscarle algo de comer, porque la leche cortada que me dieron no le hace mucha gracia (en cambio, la carne sí que le hace gracia, raro eso)

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