Ayer al llegar a casa y realizar las operaciones rutinarias de dejar las llaves y el dinero sobre mi armario me encontré con un telegrama de notificación de que debía presentarme en el correo a recoger un bulto. Nadie me había avisado del telegrama y usualmente tardo en percatarme de los cambios en mi cuarto, o mejor dicho, la mitad de la sala que uso para dormir.
No tenía idea de quién podía haberme mandado un paquete porque es una alegría que no recibo desde hace años. Al fin recordé que podía ser la camiseta de los Lores del Sith, que amablemente Erein se ofreció a comprarme y enviarme desde España. Los colegas de la lista pudieron lucirla el día del estreno en Madrid, pero yo llegué un poco tarde al baile.
No tenía idea de quién podía haberme mandado un paquete porque es una alegría que no recibo desde hace años. Al fin recordé que podía ser la camiseta de los Lores del Sith, que amablemente Erein se ofreció a comprarme y enviarme desde España. Los colegas de la lista pudieron lucirla el día del estreno en Madrid, pero yo llegué un poco tarde al baile.
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