Anoche alcancé las 80 mil palabras en la novela que estoy escribiendo. Debí alcanzarlo en enero, pero en noviembre se interpuso Divinity, y ahora en febrero tuve que dedicarle un tiempo al Starcraft 2, para variar un poco. Es la segunda vez que lo consigo, pero en esta ocasión, el libro no está cerca del final. Aunque he sobrepasado más o menos la mitad de la historia, creo que aún queda mucho por contar, con lo cual quizás me pase de las 100 mil palabras.
Lo interesante del caso es que lo he logrado en menos de un año a pesar de las interrupciones, gracias a planificarme mejor. Una buena planificación me evita períodos muertos por no saber qué escribir; se nota que soy escritor de mapa y no de brújula.
El problema es que una novela tan larga es muy difícil de imprimir en Cuba. Se hace, pero solo en casos excepcionales, casi como un privilegio para grandes escritores (los pequeños escritores tenemos que conformarnos con libros pequeños). Parece que la solución será cortarla en dos.
La pregunta ahora es si lograré terminar el primer borrador para mayo.
Lo interesante del caso es que lo he logrado en menos de un año a pesar de las interrupciones, gracias a planificarme mejor. Una buena planificación me evita períodos muertos por no saber qué escribir; se nota que soy escritor de mapa y no de brújula.
El problema es que una novela tan larga es muy difícil de imprimir en Cuba. Se hace, pero solo en casos excepcionales, casi como un privilegio para grandes escritores (los pequeños escritores tenemos que conformarnos con libros pequeños). Parece que la solución será cortarla en dos.
La pregunta ahora es si lograré terminar el primer borrador para mayo.
Comentarios
Publicar un comentario