Rones y tabaco

Hace dos días tuve la oportunidad de ser invitado a una cata especializada con los estudiantes del curso de sommeliers. El profesor sabe que me gusta el buen tabaco (una de las joyas de la cultura cubana), así que nunca deja de invitarme y de paso, además de disfrutar un buen habano, aprendo un poco acerca de rones, vinos y etcéteras.
En este caso hicimos un maridaje entre un pirámide Montecristo excelente con Havana Club Añejo 7 años y un Santiago Añejo 5 años (el ron Santiago se produce aquí, en Santiago de Cuba). Luego maridamos un robusto Partagás con el mismo Havana Club y un coñac Martell. Por supuesto ganó la combinación del Montecristo con el Santiago, que a pesar de ser un ron ligero en teoría inferior al Añejo 7 años, alcanza una armonía de sabor con el habano insuperable.
Al final nos esperaba una sorpresa: un estudiante había conseguido algo verdaderamente único, un ron que no se comercializa en Cuba pues apenas se embotella se exporta (dicen que a 500 dólares la botella). Sólo de olerlo sabía que aquello tenía algo raro y así era, pues se trataba de un Santiago con nada menos que 25 años de añejamiento.
Tal vez en otra ocasión les hable un poco acerca de la ciencia de emparejar un buen tabaco con una bebida adecuada. En cuanto a los vinos y a las comidas, eso se lo dejo a los españoles, porque en ese tema soy un total neófito que apenas puede diferenciar un blanco de un tinto, no digamos ya un buen vino de la Ribera del Duero o Rioja de un vino toscano o del Piamonte.

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